Antonio Saavedra Moreno <data:blog.pageName/>

viernes, 21 de agosto de 2020

Fe de erratas


Que es imperativo que nuestros niños sean estimulados en la lectura, de acuerdo. Pero con suma frecuencia cometemos el error en querer incentivarlos, y hasta con vehemencia, cuando en la práctica ni siquiera nosotros mismos lo hacemos. Hasta los profesores, que sólo leen sobre temas pedagógicos y lo que tienen que dictar, y ahí muere el payaso. Leer no significa estudiar para un examen, preparase para lo que tiene que decir al día siguiente, enterarse de los deportes; eso va mucho más allá. Recuerdo cuando era muchacho, leíamos chistes hasta por gusto (superhéroes de esos, Condorito, Superhijitus, El Tony, etc.) , luego novelas de vaqueros (Marcial La Fuente Estefanía, Silver Kane entre otros), resolver pupiletras y crucigramas (escolargramas del diario Expreso), Selecciones y de ahí en adelante, obras (en mi caso me gustan las novelas y los ensayos). Pienso que a los chicos se les debe incentivar comenzando de las lecturas más sencillas, historietas hasta que se vayan dando cuenta que este tipo de lectura es insuficiente.

Lo que sí me he dado cuenta es que a pesar que la lectura es baja en nuestra sociedad peruana, las ediciones de libros nacionales se ha incrementado por kilos, esto sí que es paradójico. El problema de todo esto es que, a pesar de este incremento, pareciera ser que en muchos no se percatan de lo que publican. No resulta ninguna novedad que Marco Aurelio Denegri, en su espacio "La Función de la Palabra", se encargue de hacernos ver los tremendos errores que se cometen. Yo que no soy ningún especialista en la materia he observado constantemente eso. Se cometen tremendos errores, e incluso en textos escolares y universitarios. Y no se muestra ninguna fe de erratas al respecto. Esos son consecuencias de la falta de lectura de muchos. Hasta me da la impresión que la lectura se está convirtiendo, como con las matemáticas, en algo odioso.

Alguna vez decía Hugo Neira, el nuevo director de la Biblioteca Nacional, en el programa Mapamundi de Guillermo Giacosa, al niño se le debe decir algo así como "leete este libro, de qué se trata, qué te pareció, vete a jugar".

  • LO BUENO Incentivar el espíritu creativo, es lo mínimo que se obtiene y se logran muchas cosas.
  • LO MALO Leer por obligación (estudio, cursos) o diversión (chistes, canciones).
  • LO FEO Sacar provecho de publicaciones que ni siquiera están bien editadas. Con esto se mantiene el círculo vicioso: mantenerse en la ignorancia.

Me pregunto a veces, sin estando en Lima la capital, la gente se duerme en el micro al leer un libro cualquiera, peor imagino debe ser en provincia, aunque con mis reservas del caso. Yo ahora donde me encuentro pensé que por ser un lugar tranquilo podría dedicarme más a la lectura; todo lo contrario, me he congelado. Tengo que reprogramarme.

Esperemos que estas cosas cambien y no sigamos siendo el patito feo a nivel mundial en comprensión de lectura. Me sorprende cómo, aquí mismo nomás, sin ir muy lejos, en Chile y Argentina se incentiva la lectura desde temprana edad. Hagamos lo posible por leer nosotros mismos, los padres. No es una gran inversión económica, sí es una gran inversión cultural. Aunque estamos hoy en día plagados de lo que se llama el imperio de la vídeocracia, es necesario recurrir a cosas como algua vez se me ocurrió, conseguirse los best seller de esas películas y ver cuan diferentes o aproximadas lo son.

1 Comentarios:

A la/s 1:52 p. m., Anonymous Anónimo dijo...

Otro rezago de la macdonalización de la sociedad. Lamentablemente, parte de la cultura "monse" para muchos aquí es leer, lo cual a su vez es conectado con una cerrazón espantosa sólo con la pedagogía o la obligatoriedad del trabajo. Todo esto, por supuesto, sin desmerecer la calidad y utilidad del material bibligráfico específico de cada materia

Sí, es cierto, han aumentado las ediciones, pero eso no significa nada pues es como la selección de Uribe con 4 delanteros y nada de ataque. Aquí abundan ediciones, sí, pero de la cultura literaria oficial, esa identificada con el sector "peninsular" de nuestra sociedad, lleno de poses, sectarismo y (leyéndolo bien) contenidos realmente mediocres y más trillados que la leyenda de Sarita Colonia. Antes existían los populibros, gracias a la Municipalidad de Lima, que significo el lanzamiento más decisivo para autores como Enrique Congrains u Oswaldo Reynoso; ahora son pocas las editoriales similares, salvo San MArcos, Anyarin Injante u otra provinciana perdida en mi mente metropolitana, que aparte de redistribuir los conocidos u los clásicos, arriesga lo poco que puede en nuevos escritores, más naturales y más identificados con una realidad más descentralista, rural y menos pretendidamente cosmopólita.

De aquellas ediciones, puedo decir que si bien no tienen una presentación excelsa, están al alcance, ofrecen mucho trabajo a aquella otra cara de la moneda cultural peruana. La cosa es incentivar a mirar más allá de la feria del libro o de Alfaguara, de los cocteles de literatos de saquito, estimular la creación fuera de Lima.

Recordemos que la lecutra no sólo ayuda a enriquecer el bagaje, sino que nos abre la mente, que es justamente lo que necesita nuestro querido país, el más obtusamente conservador de América.

 

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