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jueves, 22 de octubre de 2020

Nuestra vieja camisa (Samih al-Qasim 1939-2014)

Desde que dijo: parto
nos has tocado los alimentos
y has llorado toda la noche... en silencio
escrutando el ataúd de las tinieblas
tu amado rostro se crispó
envejeciste en unas horas
tu corazón se hundió en la humillación y tus labios se resecaron
mi Dios... porqué lo crié durante veinte años
no has comprendido estos cabezazos contra las paredes
no has comprendido los gritos

madre, nuestra presencia en esta tierra es un suicidio
los mitos han roído mis libros
y mi corazón se ha cargado de agonía;
¡madre! He mezclado agua con café todo el día
he pimplado todas las mesas del bar
me han echado de una puerta a otra
mis sandillas y ropas se han destrozado
han injuriado a mis antepasados
me han humi1lado después mis amigos me llevaron borracho
y he llorado de vergüenza y de indignidad
en las agendas de colocación hay que esperar
esperar, esperar, esperar
y los fumadores de tabac me arrojan humo al rostro
con miradas de desprecio

Madre, parto mi cabeza da vueltas, me exilo
y tras de mi la tuberculosis, el diluvio
después de mí el fuego
no puedo más
el exiliado tomó lo que necesitaba
y partió

¡gloria a quien pega a los niños y los reprende!
y tú has llorado toda la noche, en silencio
Escrutando el ataúd de las tinieblas
no has comprendido... y tu querido hijo
no supo que mientras su vieja camisa
cruja al viento de la tristeza y de la prueba
siempre ondeará la bandera del regreso
toma entonces a su hermano y hazle comprender
que es una indignidad que venda la heredad de su padre
hazle comprender que el movimiento de la vida en el grano
es más poderoso que la roca
mis raíces se prolongan en las entrañas de la tierra
y nuestra vieja camisa
mientras cruja al viento de la tristeza y de la prueba
siempre ondeará la bandera del regreso
siempre ondeará la bandera del regreso

(Este poema no lo veía desde que fui niño, aquella vez me impactó, lo manuscribí, lo extravié, lo encontré. No volveré a extrañarlo. Está donde siempre te encontraré.)